Este documento fue elaborado para ser utilizado durante la Tercera Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio, Seattle, 1999.
La fábula del Emperador va sin Ropas es la historia de un emperador presumido que cayó en una trampa debido a su afán de parecer elegante e inteligente. El emperador, que siempre está a la búsqueda de ropas nuevas y mejores, encarga a un par de sastres que le hagan un traje espléndido para un desfile. Pero los sastres en realidad son unos estafadores que planean hacer el traje sin costo alguno. A tal efecto proclaman que el traje será invisible para todo aquél que sea demasiado estúpido o que no sirva para el ejercicio del cargo que ocupa. Así, cuando el emperador y sus cortesanos se dan cuenta de que no pueden ver el traje, no lo admiten y hacen creer a todos que sí ven la hermosura del vestido.Cuando llega el día del desfile, la población rodea las calles esperando ver al emperador con sus ropas nuevas, pero queda conmocionada cuando se da cuenta de que el emperador va desnudo. Pero como cada uno cree que la falta es suya nadie dice nada, hasta que un niño grita: «¡Miren! ¡El emperador va sin ropas!» Finalmente, el emperador, avergonzado, y sus ciudadanos, admiten su actitud errada y resuelven que en el futuro se comportarán de manera más honesta.
Resumen
Amigos de la Tierra Internacional exhorta a hacer una evaluación de la repercusión que las normas comerciales existentes tienen sobre el desarrollo sustentable; hacer una revisión sustancial de las reglamentaciones que rigen el comercio mundial para promover la sustentabilidad; y que se suspenda cualquier propuesta tendente a ampliar el alcance y el poder de la OMC.
El sistema de comercio actual promueve el libre movimiento de bienes, servicios y capital como un fin en sí mismo, más que como una forma de asegurar que el comercio internacional promueva un desarrollo sustentable y equitativo. Como consecuencia, las normas de comercio actuales, tal como son administradas por la OMC, alientan no sólo un uso insustentable de los recursos sino también una distribución desigual de ellos; y puede entrar directamente en conflicto con las leyes ambientales locales, nacionales e internacionales. En particular, las normas del comercio y los flujos comerciales repercuten en una amplia gama de temas de interés para los grupos miembros de Amigos de la Tierra Internacional, especialmente en los sectores de agricultura, alimentación, bosques y finanzas.
Ha llegado el momento de reconocer las deficiencias del sistema de comercio existente. Un marco comercial nuevo y sustentable para el siglo veintiuno debe basarse en los principios de democracia, equidad, menor consumo, cooperación y precaución. Emprender una vasta reforma de la economía mundial constituye un requisito indispensable para lograr ese tipo de marco.
Específicamente, Amigos de la Tierra Internacional recomienda que los gobiernos que se reúnen en Seattle para la Tercera Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio en noviembre de 1999:
* Cesen las negociaciones para iniciar una ronda de negociaciones amplia que incluiría nuevos temas en la OMC.
* Acepten realizar un examen retrospectivo del impacto de la OMC sobre el desarrollo, la democracia, la sustentabilidad ambiental, la salud, los derechos humanos, los derechos laborales y las vidas de mujeres y niños. Un examen de ese tipo debería evaluar las consecuencias de la negativa de la OMC a adoptar un enfoque de precaución, y considerar los impactos económicos de la OMC a escala nacional y local.
* Accedan a no utilizar las normas del comercio para impugnar leyes destinadas a promover y proteger el desarrollo, el ambiente y la salud. Debería implantarse una moratoria hasta que los gobiernos reconozcan la existencia y validez del principio precautorio; la protección ambiental; normas ambientales exigentes tanto nacionales como internacionales; y el beneficio de actuar de una manera abierta y transparente.
* Proteger las leyes sociales y ambientales en el ámbito local, nacional e internacional, de impugnaciones desleales o de cualquier debilitamiento provocado por las normas comerciales, asegurando que en todos los foros relevantes de controversia comercial se exija dar presunción de validez a las leyes y políticas nacionales y locales; y que sólo se pueda juzgar que existe una violación si resulta claro que los fines de la ley impugnada no son legítimos y solamente apuntan a establecer una discriminación contra los productos importados.
* Reconocer que los tratados multilaterales sobre el medio ambiente, el desarrollo, la salud, el trabajo y los derechos humanos tienen primacía sobre la OMC y enmendar las normas mundiales de comercio de modo de reflejar este aspecto. En particular, reconocer que la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES, por su sigla en inglés) y el Convenio sobre la Diversidad Biológica son los acuerdos multilaterales que rigen el comercio de los productos de la biodiversidad.
* Oponerse a las negociaciones sobre inversiones en la OMC
* Rechazar las políticas de desarrollo basadas en un modelo exportador, condonar la deuda bilateral y acceder a efectuar una condonación sustancial de la deuda multilateral de los países más pobres para el año 2000. Esto permitirá que los países en desarrollo adopten políticas de desarrollo más sustentables.
* Mejorar la democracia y la transparencia del sistema de comercio.
Introducción
En noviembre de 1999, los gobiernos del mundo se reunirán en Seattle, Estados Unidos, para celebrar la Tercer Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Amigos de la Tierra Internacional (ATI ), una federación independiente de organizaciones ambientalistas provenientes de 61 países, exhorta a los gobiernos a utilizar este momento para comprometerse a realizar una revisión y ajuste de los problemas ocasionados por el sistema de comercio actual, en lugar de iniciar una nueva ronda de negociaciones para la liberalización del comercio.
Las normas del comercio y los flujos comerciales repercuten en una amplia gama de temas de interés para los grupos miembros de Amigos de la Tierra Internacional, en especial en los sectores de agricultura, alimentación, bosques y finanzas. El sistema de comercio actual con frecuencia tiene consecuencias profundamente negativas en lo ambiental y lo social. ATI considera que esto se debe a fallas fundamentales en los principios económicos en los cuales se basan las normas de comercio existentes.
El sistema de comercio imperante promueve el libre movimiento de bienes, servicios y capital como un fin en sí mismo, en lugar de asegurar que el comercio internacional promueva el desarrollo sustentable y equitativo. Como consecuencia, tenemos un sistema de comercio internacional que fomenta el uso insustentable de los recursos y una distribución desigual de los mismos; y puede entrar directamente en conflicto con las leyes ambientales locales, nacionales e internacionales.
Debido a esos problemas medulares, Amigos de la Tierra Internacional reclama que se realice una evaluación del impacto de las normas comerciales existentes sobre el desarrollo sustentable; una revisión fundamental de las reglamentaciones que rigen el comercio mundial para promover la sustentabilidad; y el cese de cualquier propuesta que apunte a ampliar el alcance y potestades de la OMC. Amigos de la Tierra tiene especial preocupación por las propuestas de incorporar las inversiones, las políticas de competencia y las políticas de contratación pública, como temas nuevos a la OMC.
Amigos de la Tierra Internacional considera que un sistema de comercio internacional creíble y productivo debería tener como objetivo el uso sustentable y el intercambio equitativo de los recursos limitados del planeta. Un marco de comercio sustentable de esta naturaleza tendría que estar fundado en los siguientes principios:
+ Democracia
La gente debe tener el derecho, a través de gobiernos elegidos democráticamente, de fortalecer la protección de sus ambientes locales y nacionales; promover actividades económicas a pequeña escala y sustentables; y ejercer el control sobre sus recursos naturales locales y compartidos. Las normas de la OMC socavan estos procesos; y el sistema de solución de controversias de la OMC ha sido utilizado exitosamente para impugnar políticas nacionales ambientales, de salud pública y de desarrollo. Además, los procesos de toma de decisiones de la OMC favorecen a los más ricos y poderosos en detrimento de los débiles; y la institución carece de transparencia en la medida que ofrece un acceso limitado a los parlamentarios y a la sociedad civil..
+ Cooperación internacional para promover la sustentabilidad ambiental
Los gobiernos deberían no solo poder cooperar internacionalmente para promover el desarrollo y resolver desafíos ambientales comunes sino ser alentados a ello. La OMC presenta obstáculos a ese tipo de cooperación en la medida en que ésta dependa del uso de medidas comerciales para promover objetivos ambientales o de desarrollo. Un problema actual es que las normas existentes de la OMC podrían entrar en conflicto o impedir el establecimiento de acuerdos ambientales multilaterales que utilizan medidas de comercio. Por ejemplo, el reciente fracaso de las negociaciones tendentes a establecer un Protocolo de Bioseguridad para regular el comercio internacional de productos modificados genéticamente puede atribuirse, en parte, a la insistencia de un grupo de gobiernos en que el comercio de productos modificados genéticamente debe ser regulado en última instancia por la OMC, más que por el Convenio sobre la Diversidad Biológica.
+ Menor consumo y distribución equitativa de los recursos
Amigos de la Tierra Internacional considera que la producción y el consumo sustentables son elementos esenciales de una sociedad ambiental y socialmente sustentable. La gente debe tener el derecho a restringir el uso y la venta de sus recursos como forma de eliminar el consumo desmedido y para asegurar que la gente de todo el planeta tenga un acceso equitativo a esos recursos.
Las normas de la OMC y las instituciones de Bretton Woods (El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) se complementan para fomentar la explotación sin control de los recursos naturales con destino a la exportación, promoviendo la extracción de recursos naturales de gran importancia biológica que terminan incrementando los problemas resultantes del consumo excesivo en el Norte y la degradación ambiental tanto en el Sur como en el Norte. La OMC no encara en absoluto temas tan fundamentales como la distribución de los recursos y el acceso a los mismos.
+ Precaución
En un mundo en que los recursos son limitados y la producción compleja, cabe tener una actitud cautelosa respecto al comercio. Si bien los avances técnicos pueden ser beneficiosos, la carga de la prueba con relación a la seguridad y la sustentabilidad debe corresponder a los responsables del desarrollo de productos y tecnologías nuevos; y la responsabilidad debe recaer, en última instancia, sobre los productores.
La mayoría de los acuerdos de la OMC se basan en la premisa de «evidencia fundada, científica» que ha sido interpretada por los gobiernos como una limitación a la aplicación del principio de precaución..
+ Amplia reforma de la economía mundial
Los cambios a la forma en que funciona el sistema de comercio deben ser asumidos como parte de una reforma fundamental del sistema económico mundial. Las normas e instituciones económicas internacionales y nacionales actualmente favorecen las ganancias a corto plazo y la acumulación desigual de la riqueza en detrimento del desarrollo sustentable. Esas normas, en las que están incluidas las normas comerciales, deben promover una mejor calidad de vida más que un mayor consumo; procesos decisorios en materia económica más democráticos, más justos, en lugar de fusiones y concentración; y la custodia del mundo natural más que su explotación.
La OMC constituye uno de los pilares de esta economía globalizadora. Los programas de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la banca multilateral de desarrollo, que exigen a los países en desarrollo la apertura de sus mercados, son vivo reflejo y complementan el énfasis de la OMC en el «libre comercio». Juntas, esas instituciones financieras y comerciales protegen los intereses del capital multinacional más que los de la mayoría de los habitantes del mundo y el medio ambiente.
Alimentos, bosques y finanzas
No hay duda que el régimen de comercio vigente tiene un impacto significativo en la calidad de vida de la gente y su medio ambiente; y en la capacidad de la sociedad para alcanzar la sustentabilidad. Además, todo hace pensar que las negociaciones propuestas en la OMC podrían empeorar aún más la situación.
Las consecuencias negativas son particularmente obvias en los sectores de alimentos, bosques y finanzas. El abastecimiento no deseado de alimentos modificados genéticamente y los precios bajos de los productos primarios (commodities) como consecuencia de un exceso de oferta constituyen ejemplos patentes. Pero menos obvio, tal vez, es el hecho que el régimen de comercio también amenaza el etiquetado y la certificación de los alimentos y de las importaciones de productos forestales; y la capacidad y el derecho de los gobiernos a reglamentar la inversión extranjera (lo cual despierta aún más dudas y temores acerca del comportamiento corporativo empresarial y el poder del sector privado).
Alimentos
Amigos de la Tierra trabaja para garantizar que todos los habitantes del mundo tengan lo suficiente para comer y puedan acceder a alimentos seguros y saludables producidos localmente y orgánicamente en formas que permiten la protección del planeta y las comunidades rurales. La preocupación de Amigos de la Tierra es que el sistema económico actual conspira contra la seguridad alimentaria en la medida en que promueve el uso de tierras agrícolas para la plantación de cultivos de exportación en detrimento de su uso para cubrir las necesidades locales; y permite la venta a menor precio en los mercados mundiales de cultivos altamente subvencionados. Como resultado de esos procesos, a las mujeres de todo el mundo les resulta cada vez más difícil alimentar a sus familias, lo cual resulta un problema particularmente acuciante.
Las normas comerciales también plantean una amenaza creciente a las normas y políticas de seguridad alimentaria concebidas para promover la agricultura local y sustentable. Esto se hace cada vez más evidente a medida que se intensifican las controversias en la OMC sobre el comercio de carne y de bananas; y a medida que empiezan a emerger en el horizonte las controversias comerciales sobre los alimentos modificados genéticamente.
Bosques
Los bosques están sometidos a una presión muy fuerte en todo el mundo. Apenas queda poco más de un quinto de los bosques originales del planeta en ecosistemas relativamente inalterados. Esos grandes bosques boreales y tropicales, junto con los bosques que aún quedan en otros países, son sitios vitales de diversidad biológica. Muchos pueblos indígenas también dependen de bosques intactos para conservar sus estilos de vida tradicionales.
Las actividades relacionadas con el comercio tales como la explotación forestal, la minería y los proyectos a gran escala de energía e infraestructura son las principales amenazas para esos bosques. La liberalización del comercio y la inversión en el sector forestal pueden también aumentar la deforestación. Por ejemplo, la industria prevé que las propuestas actuales presentadas por Estados Unidos en la OMC para la eliminación de aranceles sobre los productos de la madera y papel, aumentarán el consumo en un 3-4%. Las normas comerciales pueden interferir también con las políticas de protección de los bosques tales como la preferencia concedida a la propiedad local; el etiquetado de madera cortada de manera sustentable; y controles a la introducción de especies invasoras que representan una amenaza para los bosques.
Finanzas
La crisis financiera de los últimos dos años brinda pruebas claras de que el desarrollo sustentable es imposible en un clima de inestabilidad económica marcado por picos de prosperidad repentina y quiebras estrepitosas. Las corrientes de liberalización económica y los flujos de inversión especulativa preparan y generan escenarios de crisis en los que la pobreza ha aumentado y se ha recortado drásticamente el gasto público destinado a programas sociales y de protección ambiental. En este contexto es preocupante que algunos gobiernos del Norte busquen negociar en la OMC un acuerdo de liberalización en materia de inversiones. Un acuerdo de ese tipo podría interferir con el desarrollo de las economías regionales, reducir las responsabilidades de los inversionistas a escala local y reducir aún más el poder de negociación del Sur.
¿Y ahora qué?
Es urgentemente necesario cambiar las normas que rigen el comercio y la inversión internacionales, a fin de asegurar que ellas reflejen adecuadamente los requisitos y los valores básicos de la sociedad. El comercio y la inversión extranjera no son y no pueden ser fines en sí mismos. Son parte de un sistema mayor que, para ser eficáz, debe además ser equitativo, seguro, sustentable y transparente.
En la práctica, esto significa que los objetivos, las estructuras y las normas comerciales deben ser examinadas y revisadas de aquí en más. Los gobiernos que se reúnen en Seattle deberían comprometerse a realizar esa evaluación, en lugar de tratar de ampliar el poder de una institución que esencialmente conspira contra los requerimientos de la sociedad. Por esta razón, Amigos de la Tierra Internacional y sus 59 grupos nacionales se oponen a una ronda amplia de negociaciones de la OMC para la liberalización del comercio y la inversión.
Esta reunión ministerial de la OMC representa una oportunidad para que los gobiernos abracen y delineen un nuevo enfoque del comercio. ATI exhorta por ello a los gobiernos a:
1. Cesar las negociaciones tendentes a iniciar una ronda amplia de negociaciones que incluiría nuevos temas en la OMC
Ha llegado la hora de evaluar y revisar las normas de comercio a efectos de crear un sistema de comercio que beneficie al pueblo, sus formas de vida y los recursos de los cuales dependen en última instancia. Varios países en desarrollo todavía están luchando por aplicar los resultados de la última Ronda Uruguay de negociaciones; y algunos de ellos han declarado públicamente que «Una nueva ronda amplia implicaría una carga insustentable y no debería incluir temas nuevos» (declaración del Taller de La Segunda Iniciativa de Información y Negociación Comercial de África del Sur y del Este (SEATINI, por su sigla en inglés), Kampala, Uganda, realizado del 4 al 9 de marzo de 1999).
Una revisión de ese tipo debe tener en cuenta la repercusión que tiene la OMC sobre el desarrollo, la democracia, la sustentabilidad ambiental, la salud, los derechos humanos, los derechos laborales y las vidas de mujeres y niños. También debe evaluarse la repercusión de la negativa de la OMC a adoptar un enfoque precautorio; y reconsiderar el impacto de un sistema que socava la autodeterminación económica dando prioridad al comercio internacional sobre el comercio nacional y local.
2. Acordar una moratoria sobre las impugnaciones de la OMC a las leyes diseñadas para promover y proteger el desarrollo, el medio ambiente y la salud.
Los gobiernos utilizan cada vez más (o amenazan con utilizar) a la OMC para impugnar leyes nacionales e internacionales legítimas tanto vigentes como propuestas por considerarlas «obstáculos al comercio». Pueden hacerlo porque la OMC prioriza al comercio por encima de cualquier otro valor social y porque la OMC está dotada de un poderoso mecanismo de solución de controversias con el cual puede hacer cumplir sus prioridades. Esta práctica debe terminar.
Amigos de la Tierra Internacional exhorta a los gobiernos a no utilizar las normas de comercio actuales para impugnar y debilitar la legislación en materia de desarrollo, medio ambiente y salud. Debería establecerse una moratoria hasta que los gobiernos reconozcan la existencia y validez del principio precautorio; la protección ambiental; normas nacionales e internacionales exigentes sobre medio ambiente y salud; y el beneficio de actuar de manera abierta y transparente.
3. Proteger las leyes sociales y ambientales en el ámbito local, nacional e internacional, de impugnaciones desleales o de cualquier debilitamiento provocado por las normas comerciales.
Las normas comerciales no deberían pasar por encima de las leyes concebidas para proteger las comunidades locales, el medio ambiente y la salud pública. En particular, los países deben conservar la capacidad de proteger la actividad agrícola y las comunidades rurales, asegurar el abastecimiento de alimentos, controlar la entrada de inversiones, e insistir en que las importaciones estén debidamente etiquetadas. FOEI recomienda que los gobiernos le den la debida importancia al respeto de las leyes nacionales y locales en materia ambiental y de salud.
Otro motivo de preocupación es el hecho de que las decisiones emanadas de los paneles de jurados especiales del instrumento de solución de controversias de la OMC, con frecuencia parecen dar por sobreentendido que las leyes sociales y ambientales han sido introducidas exclusivamente con fines «proteccionistas». Para revertir esta tendencia, es necesario exigirle a todos los paneles de jurados especiales pertinentes que diriman situaciones de conflicto en distintos foros, que otorguen presunción de validez a las leyes y políticas nacionales y locales.
Los sistemas de solución de controversias deben ser enmendados en el sentido que cuando se someten a consideración reclamos relativos a leyes ambientales, de salud, laborales y de protección al consumidor, los paneles de jurados especiales sólo podrán juzgar que existe una violación si resulta claro que los fines de la ley impugnada no son legítimos y solamente apuntan a establecer una discriminación contra los productos importados.
Con relación a leyes ambientales internacionales, los gobiernos deberían acordar, como parte de la revisión propuesta, que los tratados multilaterales sobre el medio ambiente, el desarrollo, la salud y los derechos laborales y humanos, tengan primacia sobre la OMC. Las normas mundiales de comercio deben ser enmendadas para reflejar este punto.
En particular, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES, por su sigla en inglés) y el Convenio sobre la Diversidad Biológica deben ser reconocidos como los acuerdos multilaterales que rigen el comercio de los productos de la biodiversidad; y debe prohibirse el patentamiento de todos los seres vivos.
4. Oponerse a las negociaciones sobre inversiones en la OMC.
El desarrollo sustentable de las economías exige la dirección y administración cuidadosa tanto de la inversión nacional como de la extranjera. La OMC no es, pues, el lugar indicado para dirimir temas de inversión internacional ya que apunta primordialmente a la desreglamentación y es poco probable que sea el ámbito idóneo donde lograr un acuerdo convenientemente equilibrado. La OMC no es tampoco el foro adecuado para considerar los temas críticos e interconexos de las responsabilidades de los agentes productivos y los derechos y responsabilidades de los inversionistas. Sería más apropiado que la negociación de un código de conducta obligatorio y vinculante para las empresas, que rija la forma en que se aborden los temas de derechos humanos y medio ambiente, se hiciera dentro del ámbito de las Naciones Unidas.
5. Desarrollar un sistema de comercio democrático y transparente
La OMC es antidemocrática. Si hay verdadero interés en que el comercio internacional beneficie a todos los participantes, es vital que todos los grupos afectados -incluidos los gobiernos, parlamentarios y la sociedad civil- tengan acceso a la información sobre las negociaciones comerciales; y la capacidad de participar en procesos de toma de decisiones a fin de crear políticas de comercio sustentables.
Es vital que todas las negociaciones pertinentes, en la OMC y en cualquier otro ámbito, sean registradas en actas de manera precisa y completa y que esas actas y otros documentos de trabajo -incluidos los documentos de posición gubernamentales y los proyectos de textos de negociación- sean revelados y puestos a conocimiento público a la brevedad. Los foros sobre comercio deben responder directamente ante los ciudadanos y sus representantes electos.
6. Acordar el alivio inmediato de la deuda y rechazar el desarrollo basado en un modelo exportador
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992 identificó la necesidad de transferir recursos financieros de los países desarrollados a los países en desarrollo para ayudar a pagar el desarrollo sustentable. Lamentablemente, los gobiernos del Norte no cumplieron este compromiso. En cambio, el reembolso de la deuda ha resultado en un caso trágico de «Robin Hood al revés», de transferencia de riqueza de los países pobres a los acreedores ricos del Norte.
Las pesadas cargas de la deuda que recaen sobre los países en desarrollo son un aliciente para que los gobiernos permitan una mayor explotación de los recursos naturales para la exportación a fin de generar divisas. Los programas de desarrollo de las instituciones de Bretton Woods basados en un modelo exportador reforzaron este enfoque cortoplazista y perjudicial, creando un círculo vicioso de exceso de oferta en los mercados mundiales, caída de los precios de los productos primarios y países empobrecidos obligados a aumentar las exportaciones. Es así que los países ricos, importadores, tienen acceso rápido a ofertas baratas de recursos naturales y, de hecho, han incurrido en un endeudamiento ecológico con los países del Sur que largamente supera la deuda financiera oficial de estos últimos.
Además, los países muy endeudados generalmente se ven forzados a reducir el gasto ambiental y social, dificultándole a los gobiernos plantearse y perseguir objetivos de sustentabilidad.
Amigos de la Tierra Internacional exhorta a los gobiernos a rechazar las políticas de desarrollo basadas en un modelo exportador, a condonar la deuda bilateral y acceder a efectuar una condonación sustancial de la deuda multilateral de los países más pobres en el año 2000. Esto permitirá que los países en desarrollo adpten políticas de desarrollo más sustentables.
Conclusión
Nos acercamos al siglo XXI y el mundo necesita normas comerciales que reflejen los valores y necesidades actuales de la sociedad. Las normas e instituciones comerciales existentes así como el sistema económico mundial vigente son obsoletos y no lo logran. Por el contrario, socavan la diversidad biológica y cultural. Todavía se basan en la búsqueda del lucro sin tener en cuenta los costos sociales y ambientales; y en el acceso desigual a los recursos naturales limitados así como en el uso desmedido de los mismos. Es también de enorme importancia, que las normas actuales impiden el mantenimiento y el desarrollo de sistemas de comercio sustentables y apropiados a nivel local.
Por estas razones, es vital que los gobiernos rechacen las propuestas de ampliar el mandato de la Organización Mundial de Comercio. Por el contrario, deberían aceptar la revisión y rectificación tanto del sistema actual de comercio como del contexto económico dentro del cual funciona el sistema. El nuevo milenio se acerca y ya es hora de crear un sistema de comercio internacional que promueva la autodeterminación, la protección ambiental, formas de vida sustentables, equidad y diversidad cultural, entre todas las naciones y personas.