Amigos de la Tierra de América Latina y el Caribe condena enfáticamente y expresa su indignación ante el desastre humanitario que ha sitiado al Líbano a raíz de la beligerancia del gobierno israelí que actúa en violación del derecho humanitario internacional.
Recientes informes relatan que cientos de personas, en su mayoría civiles, murieron en el Líbano, 35% de los cuales eran niños. Según las Naciones Unidas, 500 000 personas, lo que equivale al 15% de la población del Líbano, han sido desplazadas, de las cuales 150 000 han huído a Siria.
A esto se agrega la muerte de cuatro observadores desarmados de la Organización de las Naciones Unidas en el Líbano el 25 de julio, asesinados por un avión israelí.La matanza de civiles de ambos lados debe detenerse de inmediato y se debe declarar un cese del fuego. Los esfuerzos de ayuda no deben debilitarse, sino que deben aumentar para que las medicinas y los alimentos lleguen a las víctimas de esta guerra.
Del mismo modo, la ofensiva terrestre israelí en la Franja de Gaza, que comenzó el 28 de junio, debe detenerse para evitar una crisis humanitaria y ambiental absoluta y mortal.
Decididamente tomamos partido por la Paz, por el inmediato cese del hostigamiento, por el abandono inmediato de los territorios ocupados, por la autodeterminación de los pueblos a decidir sus propios gobiernos y sus propias salidas a los problemas que los acucian.
Tomamos partido por la solidaridad internacional con los desposeídos, con los desheredados, con los perseguidos, con las poblaciones civiles atacadas por los ejércitos invasores o los propios. Tomamos partido por la intervención inmediata de las Naciones Unidas y las ayudas en medicamentos, alimentos y, sobre todo, la seguridad del retorno al hogar de miles de refugiados y perseguidos.
El poeta libanés Khalil Gibran dijo alguna vez que «por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes». Pero también dijo que «debe haber algo sagrado en la sal: está en nuestras lágrimas y en el mar». Y a nosotros nos llena de tristeza ver a los niños libaneses llorando desesperadamente frente a la destrucción que provocaron las bombas, pero también nos llena de tristeza ver a niños israelitas escribiendo mensajes en las puntas de los misiles que se van a disparar.
¿Para quienes van esos mensajes? ¿Qué dicen? ¿Acaso dirán que fallen, que nunca se arrojen o dirán que maten y destruyan y cumplan su cometido para el que fueron construidos? ¿Qué puede surgir de esta experiencia? ¿Víctimas que se llenarán de rencor y victimarios que se llenarán de odio y que mañana cambiarán sus funciones y uno ocupará el lugar del otro y así eternamente?
Los niños entrenados para la guerra, ¿qué recibirán como instrucción si no es, acaso, la esencia misma de ésta que es la violencia y la destrucción? Nosotros, que creemos que los niños deben ser la prioridad mundial para cualquier cambio en paz, estamos lejos de querer condenarlos a ser víctimas de la guerra o rehenes de ella.
Hagamos que el mundo no mire en silencio mientras continúa la masacre de civiles inocentes.
¡La paz solo puede comenzar con la justicia!
ATALC – Amigos de la Tierra de América Latina y el Caribe
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