Un nuevo informe realizado por la organización ambientalista Amigos de la Tierra Internacional y que fue divulgado este martes subraya que los cultivos genéticamente modificados (o transgénicos) no han logrado resolver los principales problemas a los que se enfrentan los agricultores del mundo entero, y que más del 70% de las plantaciones de transgénicos a gran escala se concentran en dos países (Estados Unidos y Argentina).
El informe se basa en un análisis del desempeño de los cultivos transgénicos a nivel mundial entre 1996 y 2006. Según el mismo, los productos transgénicos que se comercializan en la actualidad no han hecho disminuir sino aumentar el uso de plaguicidas, y su productividad no es mayor que la de las variedades convencionales. En conclusión, el medio ambiente no ha ganado nada con los transgénicos, que ya han dado evidencia que se volverán cada vez más insustentables a mediano y largo plazo.
El informe publicado por Amigos de la Tierra Internacional se da en simultáneo a la publicación del informe anual sobre el «Estado mundial del comercio de biotecnología» del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA), reconocido por ser un férreo impulsor de este tipo de cultivos a nivel mundial.2006, un mal año para los cultivos transgénicos
En 2006, el Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos, gran defensor de los transgénicos, reconoció por primera vez que el rendimiento de estos cultivos no es mayor que el de los cultivos convencionales. Además, un número aplastante de estudios realizados por científicos independientes demostró que los rendimientos de los cultivos transgénicos son inferiores, o a lo sumo equivalentes, a los de las variedades no transgénicas.
También en 2006, un sondeo de opinión realizado en toda la Unión Europea volvió a confirmar que el público europeo se opone a los alimentos transgénicos. En 2006 se descubrió que el suministro de arroz en cuatro continentes había sido contaminado por un arroz transgénico ilegal, supuestamente utilizado en ensayos de campo sólo hasta 2001. Esto demostró una vez más que la industria biotecnológica no puede o no quiere controlar sus productos.
En la última década, la producción de algodón disminuyó en la mayoría de los países que adoptaron el algodón transgénico (México, Argentina, Colombia, Sudáfrica y Australia) y, para el año 2007 específicamente, está prevista una caída significativa de la producción de algodón transgénico en Sudáfrica y México.
¿Y en Uruguay qué pasa?
En Uruguay trabaja desde agosto de 2005, el Comité Nacional de Desarrollo del Marco Nacional de Bioseguridad. Como su nombre lo indica, el rol del mismo es hacer recomendaciones y sugerencias apuntando a la elaboración de un proyecto de Marco Nacional de Bioseguridad sobre transgénicos, para ser presentado luego al Poder Legislativo. Estaba integrado por distintos actores sociales: representantes del sector empresarial, organismos del estado, organizaciones no-gubernamentales, organizaciones de productores agropecuarios, la Universidad de la República e institutos de investigación.
El pasado 20 de diciembre la Asociación de Productores Orgánicos (APODU), la Red de Acción en Plaguicidas, la Red Uruguaya de ONG Ambientalistas y REDES-Amigos de la Tierra, hicieron saber públicamente su retiro del Comité Nacional de Bioseguridad.
Para las organizaciones mencionadas, dada la situación actual de los transgénicos resulta difícil hablar de un marco de Bioseguridad cuando los hechos confirman que el país no está en condiciones de efectuar los controles necesarios a los cultivos transgénicos (como ocurrió con la comercialización ilegal de maíz dulce transgénico).
De todas formas, se considera como sumamente importante crear un Marco de Bioseguridad, pero éste debe partir de una definición acerca del país al que apostamos, ¿un país con transgénicos o uno libre de ellos? -Estas definiciones solo son posibles luego de una evaluación profunda y participativa sobre los impactos económicos, sociales y ambientales que ha causado la introducción legal e ilegal de estos cultivos. Para esto se debería asumir como punto de partida el Principio de Precaución para poder trabajar en la elaboración de este marco de Bioseguridad.
Además de esta demanda, también se solicitó a las autoridades gubernamentales la revisión de las autorizaciones de los eventos MON 810 y Bt 11 de maíz y de la soja RR. Se recomendó que a partir de la zafra 2006/2007, no se autorice la importación y comercialización de maíz dulce transgénicos. también se solicitó la moratoria de la aprobación de nuevos eventos genéticamente modificados hasta tanto no se concrete la propuesta del marco nacional de bioseguridad. Finalmente otra de las demandas realizadas por las organizaciones ambientalistas y la organización de productores orgánicos fue que se suspendan las experimentaciones en trébol blanco genéticamente modificado.
Todas estas solicitudes fueron aprobadas en una moción por la mayoría del Comité Nacional Bioseguridad, en una reunión extraordinaria realizada el 6 de mayo de 2006.
Desde las autoridades gubernamentales que impulsan el Comité, se informó que efectivamente se firmaría una moratoria prohibiendo el ingreso de nuevos cultivos transgénicos. Lamentablemente, esta moratoria fue firmada solamente por el MGAP y por el MVOTMA, pero no por el Ministerio de Salud Pública ni por el Ministerio de Economía.
El único punto tenido en cuenta de la moción aprobada por el propio Comité fue el relacionado con el maíz dulce transgénico. El día 17 de agosto los Ministerios de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) aprobaron una resolución que suspende «el uso, producción y comercialización de semilla de maíz dulce genéticamente modificado». Esta resolución fue recibida por nuestras organizaciones como un avance frente a la realidad de los cultivos transgénicos en nuestro país.
Es un hecho que el trabajo del Comité Nacional se da sin un debate en torno a los transgénicos. Por los hechos reseñados, las organizaciones decidieron retirarse del Comité, ya que no existen garantías sobre el carácter democrático del proceso de creación del Marco de Bioseguridad. Por lo tanto se consideró que la continuidad en dicho Comité solo contribuiría a legitimar un proceso que de continuar su actual rumbo comprometerá el futuro del nuestro país.
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Karin Nansen
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