Tradicionalmente relegados al litoral oeste del Uruguay, contra el río que da nombre al país sudamericano, los grandes cultivares de soja ahora comienzan a extenderse por el territorio y recientemente han irrumpido incluso en las regiones aledañas a la capital, desplazando sistemas de producción hortifrutícola intensiva.
A escasos cincuenta kilómetros del puerto montevideano, en el departamento de Canelones, se encuentra la zona conocida como Cuchilla de Rocha. La ciudad más importante de las cercanías de esta zona rural, Sauce, es considerada capital de varias producciones estratégicas de la granja uruguaya: el tomate con destino a la industria, la viticultura, la fruticultura y las hortalizas en sus distintas variedades que, dada la cercanía con la capital -donde habita casi el 50 por ciento de la población nacional- llegan frescas al consumidor urbano.Las sucesivas crisis del sector granjero, el endeudamiento secular con las entidades bancarias, la inexistencia de políticas de fomento de la producción a escala familiar y el consiguiente envejecimiento de las poblaciones que conservan ese conocimiento ha dado como resultado vastas extensiones de campo en situación de abandono casi junto a los pueblos y ciudades de esta zona. Y es ahí, en ese «vacío» económico y demográfico, donde se ha comenzado a extender el agronegocio de la soja con su conocido paquete tecnológico, pródigo en agroquímicos y transgénicos.
En ese contexto una empresa de crianza de pollos ha adquirido y arrendado una superficie de 400 hectáreas con destino a la siembra de dicha oleaginosa que luego será alimento para la cadena avícola. En sí misma no se trata de una gran extensión, pero si se tiene en cuenta que dentro del departamento el 70 por ciento de las explotaciones tienen menos de veinte hectáreas -según el censo efectuado en el año 2000- se tiene una idea más clara de lo que significa.
Ante esta circunstancia, vecinos y productores de la zona de Cuchilla de Rocha han comenzado a reunirse y solicitar explicaciones a las autoridades municipales y nacionales. Entre ellos se cuentan varios productores orgánicos e incluso tradicionales que, tanto por el carácter transgénico de los materiales genéticos utilizados, como por la aplicación de agrotóxicos que implica, ven peligrar su fuente de ingreso y, lo que es quizá más relevante, su modo de vida.
Uno de ellos, Pablo Calleros, explicó en entrevista con Radio Mundo Real las circunstancias de esta movilización. «Estamos preocupados por la instalación de un futuro cultivo de soja conociendo un poco los perjuicios que ese cultivo genera», señaló.
Calleros estipuló que la zona en donde vive con su familia tiene un perfil de producción tradicional a escala familiar, y remarcó que los pobladores de la zona mantienen asambleas de carácter semanal para realizar un seguimiento del tema, cuyo único objetivo es evitar la implantación sojera.
Nota publicada en Radio Mundo Real el 28 de julio de 2008. La puede leer y escuchar en: http://www.radiomundoreal.fm/rmr/?q=es/node/25969