El movimiento pendular descrito por la política internacional de Uruguay, oscilando entre su inserción en el MERCOSUR y la posibilidad de aventurarse -a través de lo que se ha dado en llamar «regionalismo abierto»- en acuerdos librecomerciales con grandes bloques como el Área de Libre Comercio de Norte América (NAFTA, por sus siglas en iinglés) o la Unión Europea, ha experimentado nuevos impulsos en los últimos días.
De un lado, el resultado de la última negociación en el marco de la ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) es visto por las autoridades uruguayas como una oportunidad para retomar el rumbo de un acuerdo bilateral con los 27 países europeos. En otro plano, el acuerdo de libre comercio suscrito con México podría ser la llave de acceso al bloque norteamericano con lo cual Uruguay perforaría la ya deteriorada unidad del MERCOSUR y, más aún, se alinearía con Perú y Colombia, firmes defensores de TLCs bilaterales y sin restricciones tanto con Washington como con Bruselas.
¿Oportunidad?
Según informa la prensa montevideana al cabo de la pasada semana, el gobierno uruguayo propondría a los países miembro del MERCOSUR (Argentina, en la actualidad país presidente pro témpore del bloque, Brasil, Paraguay y Venezuela) retomar las negociaciones con la UE y los Estados Unidos «como parte de una estrategia común para enfrentar el fracaso de la Ronda de Doha».
El Director de Asuntos Económicos y de MERCOSUR de la Cancillería uruguaya e integrante de la delegación uruguaya en Ginebra, Elbio Roselli, declaró que se buscará la posibilidad de negociación en bloque aunque con «autonomía» de los países, permitiendo la diferencia de «velocidades».
Exactamente en esos términos está planteada la negociación de asociación entre la UE y la Comunidad Andina de Naciones (Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador), generando una virtual fractura del bloqe entre los dos primeros (favorables al TLC) y los dos últimos, que se resisten planteando la pérdida de soberanía que los mismos encierran, entre otros argumentos.
Pero según el diplomático uruguayo, especialmente crítico hacia la posición argentina en las negociaciones de la OMC por considerarlas en exceso proteccionistas, «el colapso de las negociaciones de Doha le da una oportunidad al MERCOSUR de revalorizar el acuerdo que se negocia desde hace una década con la Unión Europea».
La suspensión de las negociaciones con la CAN, las divergencias surgidas de la cumbre América Latina y el Caribe-UE de mayo último en Lima, así como el amplio repudio cosechado por la denominada «directiva de retorno» vigente en Europa de cara a dificultar la instalación de inmigrantes, puede tener una suerte de continuidad en estas negociaciones con el MERCOSUR que, inusitadamente, el Uruguay parece estar sugiriendo, tras Doha.
En la arquitectura geopolítica pos colonial para América Latina, Londres postuló la existencia de un pequeño Estado «tapón» o «cuña» entre Brasil y Argentina y en la actualidad Uruguay parece hacer honor a esa especie de «destino manifiesto».
A todo esto, el Presidente uruguayo Tabaré Vázquez ha vuelto a enarbolar el difuso concepto de «regionalismo abierto» al anunciar su nueva ronda de visitas oficiales para los últimos meses del año. En los destinos elegidos -Japón, Israel, Corea del Sur- Vázquez insistirá en la posibilidad de acuerdos bilaterales por encima de los lazos vinculantes del MERCOSUR y aún de la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR) recientemente creada, tomando como espejo lo actuado por Chile.
Amor a la mexicana
«Tan lejos de Dios… como cerca de los Estados Unidos», reza un antiguo adagio referido a la identidad mexicana. Ahora bien, por transitividad, el concepto aplicado al país azteca puede convertirse en verdadero para Uruguay. En efecto, los embajadores de México, Estados Unidos y Canadá en Montevideo trabajan en un plan mediante el cual Uruguay podría ampliar el área de libre comercio norteamericana a través del TLC en ejecución con el país azteca.
La posibilidad de un TLC bilateral entre Uruguay y los Estados Unidos quedó descartado en momentos en que el MERCOSUR en su conjunto lo consideró inconcebible y el posicionamiento interno dentro del país también se tornó contrario a esta anexión con tonalidad negociadora. Sin embargo, no parece estar dicha la última palabra.
El mecanismo que ahora se negocia «quedó planteado» tras la visita que en junio realizó el presidente Tabaré Vázquez a su colega Felipe Calderón, según versiones difundidas en Montevideo citando fuentes oficiales. En ese esquema México haría las veces de plataforma para exportar a Estados Unidos y Canadá. La idea es que empresas uruguayas puedan tener «origen del NAFTA» lo que les permitiría ingresar con su producción libremente a los tres países de América del Norte. «Habrá que formar en México empresas mixtas donde las uruguayas deberán invertir cerca del 60% del proyecto», declaró un diplomático mexicano. Según las normas de origen del NAFTA, ese porcentaje varía según los productos.
El Tratado de Libre Comercio entre Uruguay y México fue firmado el 15 de julio de 2004 bajó la presidencia de Jorge Batlle. En total, México tiene firmados 12 TLC con 44 países de América, Europa y Asia; 6 Acuerdos de Complementación Económica; y 24 de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones.
Integración y desarrollo
Para el senador del gobierno uruguayo Alberto Couriel, resulta imposible concebir la posibilidad de desarrollo de los países latinoamericanos sin una verdadera integración bajo parámetros que deben superar el mercantilismo para hacer énfasis en la complementariedad.
«Tenemos que avanzar desde proyecto país hasta proyectos regionales. Cada país tiene que tener sus lineamientos estratégicos que permitan saber hacia dónde camina su estructura productiva de futuro, para luego intentar la complementariedad, para luego coordinar, ver si nos insertamos en el mundo con más contenido tecnológico», opina el senador y economista uruguayo.
También dijo que hasta el momento quienes han liderado los procesos de pseudo-integración no han sido los Estados sino las corporaciones trasnacionales: «Los Estados se tienen que poner de acuerdo para negociar en otras condiciones con las empresas trasnacionales que están de alguna manera determinando los procesos y las características de la integración hasta ahora».
Nota publicada en Radio Mundo Real. La puede leer y escuchar en: http://www.radiomundoreal.fm/rmr/?q=es/node/26074