Uno de los argumentos para incentivar la inversión extranjera en el país es la supuesta generación de puestos de trabajo. Ya se ha denunciado que la mayoría de estos empleos no son para la población local y que estos emprendimientos desplazan otras maneras de producción que distribuyen de mejor manera la riqueza entre la sociedad. Sin embargo hay otro elemento que muchas veces queda fuera de consideración a la hora de evaluar los impactos socio económicos de las inversiones transnacionales: el empleo femenino, tanto en cantidad como en calidad.
REDES – Amigos de la Tierra Uruguay subraya que, para el caso de Botnia, durante la instalación de la empresa el desempleo aumentó significativamente para la población femenina, profundizando en este sentido la inequidad de género.
La empresa finlandesa Botnia comenzó a construir una planta de procesamiento de pasta de celulosa en Fray Bentos en 2005, culminándola en 2007. En esta planta se procesa un millón de toneladas al año de celulosa y actualmente emplea a 300 personas, aunque durante su instalación llegaron a convivir, en una sociedad de 22 mil personas, entre 3.500 y 4.000 mil hombres nacionales y de otros países con la población local.
A pesar de la cantidad de extranjeros implicados en el emprendimiento durante la instalación y puesta en funcionamiento de la planta, en ese período el desempleo femenino en la ciudad de Fray Bentos pasó de 3,8% a 13,7% en 2005 y de 10% a 15,2% en 2007, teniendo como pico máximo el 2006, momento de mayor demanda de mano de obra. En ese año la tasa de desempleo femenino en Fray Bentos aumentó un diez por ciento, pasando de 9,3 a 19,3 (Datos del Instituto Nacional de Estadísticas).
Las cifras analizadas demuestran la incapacidad de esta inversión de absorber la demanda de incorporación de mujeres a la fuerza de trabajo tanto en los empleos directos como indirectos. Las mujeres, en relación a los hombres, suelen ocupar los puestos de empleo en peores condiciones de trabajo, con menores salarios y mayor inestabilidad. Suelen ser quienes cargan primero con las consecuencias de reducciones salariales o reducciones de personal, en el entendido de que no son el sustento económico del hogar -a pesar del importante aumento de hogares con jefatura femenina-, y que su tarea primera es ocuparse de los hijos y las actividades domésticas, labor que también realizan, aún trabajando.
Esta vulnerabilidad se profundiza con emprendimientos que, además son de gran volatibilidad, ya que aduciendo baja rentabilidad, un mal momento o cualquier otro tipo de razón, abandonan la inversión dejando por el camino hombres y mujeres desempleados, lo que a su vez provoca problemas a nivel de la sociedad en su conjunto pero cuyas consecuencias son mayores siempre para las poblaciones más vulnerables, generalmente mujeres y niños y niñas. En el caso de Botnia, justamente la empresa que nos ocupa, en diciembre de 2008 informó que cerrará su planta finlandesa de Kaskinen, una medida que se manejaba debido a «la escasez de materia prima y los crecientes costos de importación de madera».
Teniendo en consideración los resultados del estudio, sería pertinente que emprendimientos transnacionales de similar índole fueran evaluados en su impacto en términos sociales con una perspectiva de género.
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María Selva Ortiz
REDES – Amigos de la Tierra
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