Apicultores uruguayos de varios departamentos denuncian la muerte masiva de colmenas consecuencia del insecticida fipronil
Más de cinco mil colmenas muertas y millones de abejas contaminadas con un poderoso insecticida es el saldo del uso de este producto que ya ha sido prohibido en varios países del mundo.
La campaña ya lleva varios meses. Es que como resultado de la fuerte sequía acaecida en el campo uruguayo este verano se vio incrementada la población de langostas que diezmaron buena parte de los campos destinados a la ganadería.
Ante ello las autoridades uruguayas abrieron la canilla al fipronil, un insecticida sistémico, es decir que permanece a lo largo de toda la cadena biológica y hasta en los propios alimentos que surgen de la misma.
Su aplicación para combatir a la langosta ha tenido efectos nefastos sobre las abejas, generando la mortandad generalizada de colmenas así como la merma en las producciones de las que sobreviven, dijo a Radio Mundo Real el apicultor Ricardo Carrera.
“Hasta ahora tenemos contabilizadas como muertas unas 5000 colmenas”, dijo el productor “y en muchas otras tenemos fuertes mermas en las producciones”.
El fipronil y productos similares han sido prohibidos para su uso en Italia, Alemania, Reino Unido y otros países por su carácter sistémico. Es decir que el principio activo aunque se aplica a nivel de la semilla, se mantiene en la planta hasta la flor, el fruto y la semilla transmitiéndose a la cadena gástrica del ganado, por ejemplo… y también de las abejas. En Francia su uso está prohibido desde 2004.
Los apicultores uruguayos han manifestado asimismo la escasa resonancia que han tenido sus planteos en círculos oficiales, a pesar de que una comisión público-privada, la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola, ha alertado sobre el negativo efecto del fipronil para este sector de la producción primaria que en más de un 95 por ciento tiene carácter de exportación.
Carrera explicó que se debe guardar un radio de cuatro hectáreas sin colmenas desde el punto en el cual se ha hecho una aplicación de fipronil, por lo que el proceso de polinización de cualquier cultivo en las proximidades de un predio en el que se ha aplicado el insecticida se verá entorpecido, malogrando cultivos y perjudicando a productores de otros rubros y al medio ambiente en general dado el fenómeno de escurrimiento de esta sustancia hacia los cauces de agua motivando la mortandad de fauna acuática.
El fipronil ha sido desarrollado por el laboratorio francés Rhone-Poulenc a mediado de los 80, luego vendido a la corporación alemana BASF y en Uruguay es comercializado por la también germánica Bayer, señaló Carrera, aunque en la actualidad circulan comercialmente versiones del producto procedentes de China.
La corporación Bayer incluso ha manifestado a los apicultores que vienen movilizándose sobre el tema que estaría dispuesta a retirar del mercado uruguayo el producto antes de verse involucrada en una campaña de denuncia de los efectos del fipronil, comentó Carrera.
Ante la sucesión de denuncias, esta semana el gobierno uruguayo limitó el uso de fipronil como insecticida, aunque mantuvo su autorización como hormiguicida para las vastas plantaciones forestales que hoy dominan el paisaje, con lo cual el problema para los apicultores lejos parece estar de solucionarse.
Nota publicada en Radio Mundo Real el 25 de marzo. La puede leer y escuchar en:
http://www.radiomundoreal.fm/?q=es/node/607