Declaración facilitada por el CIP (Comité Internacional de Planificación por la Soberanía Alimentaria) de los movimientos sociales, incluyendo a pequeños agricultores y pueblos indígenas, además de otras organizaciones de la sociedad civil reunidas en Túnez con ocasión de la tercera sesión del Órgano Rector del Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos Para la Alimentación y la Agricultura, celebrada del 1 al 5 de junio de 2009.
Presentado por Alberto Gómez, del Comité Coordinador Internacional de La Vía Campesina
Las mujeres y hombres que practican agricultura a pequeña escala basada en la biodiversidad no sólo crean y conservan la biodiversidad genética de los cultivos del planeta, sino que en el marco de las crisis alimentaria, climática, energética y económica proporcionan la única solución para alimentar a los hambrientos del mundo. La resistencia y adaptabilidad de estos sistemas es nuestra mejor defensa contra el caos climático. Por ello es urgente aplicar derechos campesinos que sean jurídicamente vinculantes. Al aplicar estos derechos se refuerzan la conservación dinámica, el uso sostenible de la biodiversidad agrícola y se asegura el justo reparto de beneficios; objetivos fundamentales del Tratado.
Los privilegios monopolistas sobre semillas, concedidos a personas jurídicas a través de leyes de propiedad intelectual, socavan los derechos colectivos de los campesinos a sembrar, guardar, intercambiar y vender las semillas que cultivan, además de haber facilitado que se concentre la propiedad de las semillas en manos de un puñado de empresas semilleras multinacionales. Éstas contribuyen a destruir la diversidad cultural, espiritual y biológica, e impiden que la mayoría de los campesinos conserven y usen de manera sostenible los millones de variedades de cultivos para la alimentación que desarrollan y adaptan a condiciones cambiantes y sistemas agroecológicos locales.