El Servicio Paz y Justicia (SERPAJ Uruguay) realizó este viernes en Montevideo la presentación de su Informe 2010 “Derechos Humanos en el Uruguay”, que año a año sistematiza avances y retrocesos de esos derechos a nivel nacional. El nuevo trabajo tiene los aportes de REDES – Amigos de la Tierra Uruguay en lo referido a la vinculación entre derechos humanos y medio ambiente.
El libro de SERPAJ Uruguay, de 280 páginas, fue lanzado en la Facultad de Artes.
“Derechos humanos y ambiente en Uruguay: la necesidad de avanzar varios casilleros” es el nombre de la sección escrita por REDES – Amigos de la Tierra Uruguay en el Informe 2010 de SERPAJ. Forma parte del capítulo dedicado a los derechos económicos, sociales y culturales.
REDES -AT señala en su introducción que en 2010 Uruguay ratificó algunos logros en el camino de garantizar la justicia ambiental y los derechos de la población asociados a los bienes naturales, al tiempo que continuó con políticas productivas insustentables desde un punto de vista socioambiental. “Al tiempo que satisface lo primero, llena de preocupación la consistencia de un modelo productivo transnacional, concentrador y biotecnológico que amenaza a los sectores más desposeídos de nuestra población”.
A partir de esta premisa, la organización ambientalista repasa algunos de los aspectos más destacados. En ese sentido, subraya que Uruguay se comprometió a un proceso de ordenamiento territorial necesario para la gestión y uso sustentable de los territorios y bienes naturales comunes. Agrega que el país se sitúa en un lugar de referencia mundial por haber garantizado en su Constitución, mediante la reforma de 2004, el derecho humano al agua, por el posterior camino aún en marcha hacia la reglamentación de esa reforma y por la consecuente Política Nacional de Aguas.
REDES – AT afirma además que también se han dado pasos positivos en el repensamiento y reconstrucción de la matriz energética nacional, que buscan una menor dependencia del petróleo y dan mayor lugar a las fuentes renovables, como la solar y eólica (aunque hay que destacar la grave amenaza de la energía nuclear).
En contrapartida, los ambientalistas uruguayos se lamentan de que, al mismo tiempo, el país consolida un modelo de desarrollo rural que privilegia la llegada del gran capital transnacional, las semillas transgénicas y los paquetes tecnológicos. “Esto va en detrimento de los pequeños agricultores, fundamentales para asegurar la alimentación de nuestra sociedad”, expresan.
Para REDES – AT el avance de los agronegocios, especialmente de los monocultivos forestales y sojeros, es la cara más visible de ese modelo agropecuario concentrador. Según cifras oficiales, alrededor de un millón de hectáreas del país están dedicadas en la actualidad a la forestación y la industria de la celulosa transnacional, mientras se espera que en 2011 los monocultivos de soja transgénica ocupen aproximadamente la misma cantidad de tierras. No es un porcentaje menor en un país que tiene 16 millones de hectáreas cultivables. “Nuestra soberanía alimentaria está amenazada”, dice REDES – AT.
La organización manifiesta especial preocupación por el gran impulso a los transgénicos y los agrotóxicos. En Uruguay está autorizado desde 1996 el cultivo comercial de la soja transgénica RR (de la estadounidense Monsanto), y desde 2003 y 2004 se permiten los maíces transgénicos MON 810 (también de Monsanto) y Bt 11 (de la suiza Syngenta) respectivamente. Durante 2009 se aprobaron siete nuevos eventos transgénicos de maíz y soja para ensayos de cultivares y producción de semillas para exportación.
Sobre este punto REDES – AT señala: “Hoy resulta alarmante la celeridad con la que se aprobaron los nuevos transgénicos, aun cuando los técnicos que participaron en la evaluación de riesgos reconocieron que se les dio un plazo muy breve, de una semana en algunos casos, para expedirse”.
Sobre el cierre introductorio, la organización social explica que su objetivo con el nuevo informe sobre derechos humanos y medio ambiente es “aportar a un análisis de nuestra realidad que necesariamente debe ser complejo, diverso, y que no representa una línea única de avances o retrocesos, sino una conjugación de los dos”. “La idea es ser parte de un proceso de construcción de múltiples actores en torno a cuáles son los caminos que le hacen bien al país en términos de soberanía, derechos humanos, justicia ambiental y social”, finaliza.
Por más información:
REDES – Amigos de la Tierra Uruguay
Karin Nansen
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