La defensa del modo tradicional de hacer y el reclamo de más apoyo estatal para la conservación y reproducción de semillas criollas estuvieron instalados por unos días en Valle Edén. Una resistencia al modelo comercial internacional que se impuso a la generación y distribución de semillas se hizo visible en Tacuarembó, pero se basa en una organización que recuerda el trabajo de hormiga: pequeñas voluntades intercambiando y coordinando cotidianamente en pos de su supervivencia.