Grupos en el país pedirán a las autoridades la implementación de un proyecto que rescate los cultivos locales.
El concepto de «Uruguay natural» fue una seña de identidad, acuñada desde hace unos diez años por los recientes gobiernos del país sudamericano para promover el paisaje natural y agreste del campo, las sierras y las playas de ríos, arroyos y el Océano Atlántico.
Pero los crecientes problemas de la erosión de la tierra, el uso indiscriminado de agrotóxicos, la forestación, el monocultivo, particularmente de la soja, y la consecuente contaminación del agua han puesto en tela de juicio su valor real.
En un intento por detener el inquietante y creciente deterioro de las condiciones naturales que históricamente caracterizaron Uruguay, organizaciones sociales juntan firmas para solicitar al gobierno del presidente Tabaré Vázquez la adopción de un Plan Nacional de Agroecología (PNAE).
«Miles de firmas ya se han recogido en todo el país y se espera que sean muchas más hasta fines de noviembre, cuando se realizarán una serie de encuentros» de delegados de todo el país, dijo Alberto Gómez, de la denominada Red de Agroecología de Uruguay, de la que participan productores rurales, técnicos y consumidores.
José Puigdevall, de la llamada Red de Semillas Criollas, explicó que pese al avance arrollador de los proyectos industriales antinaturales «mucha gente del campo está empeñada en rescatar y conservar los recursos genéticos nacionales».
«Eso implica un sacrificio muy grande de los 27 grupos que funcionan a nivel nacional, en casi todos los departamentos del país, y que ha permitido conservar más de 100 especies que estaban en procesos de extinción», agregó.
Esta acción, emprendida con entusiasmo y enfrentando muchas adversidades, es considerada «el principal patrimonio» para enfrentar los efectos del cambio climático y de los sistemas productivos que también ya impactan en el territorio uruguayo.
Mauricio Vives, de la cooperativa Granelera Ecológica (Graneco), que produce granos naturales para procesarlos y obtener harinas para consumo humano, recordó que ese grupo de productores ha pasado por todo tipo de estigmatismos.
«Éramos los hippies, los idealistas, los que cuidábamos pajaritos. Nos estigmatizaban. Ahora caemos en otro estigma de que vamos a salvar todo. Y no es así. Hay que ubicar las cosas en su justo término», precisó.
El Plan Nacional Agroecológico que se procura implantar en Uruguay contempla acciones concretas como la factibilidad técnica, la viabilidad económica, la sustentabilidad ambiental y la situación social, «porque Uruguay se merece la oportunidad de pensar el desarrollo desde otro paradigma», expresó también Puigdevall.
«La agroecología es un modelo de producción de alimentos y lo que pedimos a través de este plan es que haya un apoyo, que nunca tuvo, como sí lo tuvieron la lechería, la forestación y la ganadería», resumieron los voceros de estas organizaciones uruguayas.
La propuesta de las organizaciones incluye el pedido de soberanía alimentaria; la promoción del uso sustentable de los bienes naturales; la recuperación, conservación y uso de semillas criollas y recursos genéticos nativos reconociendo los derechos de los agricultores a reproducirlas y el manejo sustentable del suelo, que evite la erosión y contribuya a proteger la calidad del agua.
También se solicita que haya políticas de fomento de los mercados locales y de cercanía para lograr un mayor compromiso entre productores y consumidores, así como las compras públicas de productos agroecológicos.
Hasta ahora el tema no se ha integrado en los puntos prioritarios de la agenda política y ni siquiera está mencionado en el proyecto de ley de presupuesto quinquenal que debate el congreso.
Sin embargo «ha habido buena acogida en algunos legisladores y en gobiernos municipales», dijo Gómez quien confía en que se pueda avanzar y conseguir que el gobierno nacional habilite este modelo de producción natural, cada vez más exigido por la población.