Han pasado casi veintitrés años, doce Conferencias de las Partes (COP) del CBD, veinte COP de la CMNUCC y 11 COP de la CNULD, y no han habido avances significativos en la protección de los medios de vida de los pueblos y de la biodiversidad. Por el contrario, ha disminuido la biodiversidad, se han acelerado los desequilibrios climáticos y los procesos de desertificación y se han reducido las áreas de bosques y de humedales.
Lo que sí ha avanzado en esos espacios multilaterales es el fomento de instrumentos financieros de mercado basados en la lógica de la compensación. Un proceso de mercantilización de la naturaleza que es funcional a los intereses de los responsables centrales de la crisis ambiental: las corporaciones trasnacionales y las élites nacionales asociadas.
La necesidad de fondos para la conservación es indiscutible, pero ello no es argumento válido para instaurar mecanismos que no reducen las emisiones de gases de efecto invernadero ni la degradación de la biodiversidad, cuyo único objetivo es recuperar la tasa de ganancias de aquellos que han generado las crisis.