Las presiones de la industria alimenticia y el rotulado de ultraprocesados

Hace dos meses lo único que faltaba para que entrara en vigencia el decreto sobre el rotulado de alimentos ultraprocesados era la firma del presidente Tabaré Vázquez. Hoy la situación es idéntica y nadie sabe a ciencia cierta por qué se trancó. Muchos suponen que las múltiples presiones y amenazas recibidas por el gobierno –entre ellas, cartas de Coca Cola y del gobierno argentino– dibujaron un escenario más complicado de lo previsto.

A fines de octubre, en el cierre de la Conferencia Mundial sobre Enfermedades No Trasmisibles (Ent ) realizada en Montevideo por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el presidente uruguayo –que mostró una determinación irreductible en el conflicto con las tabacaleras– pareció darle un apoyo contundente al decreto cuando declaró: “Lo paradójico es el lobby poderoso de esas empresas, que no escatiman esfuerzos para seguir adelante con su misión de, por ganar dinero, atentar contra el derecho humano a la salud. No nos oponemos al desarrollo del comercio. Nos oponemos al comercio que antepone su interés de lucro al derecho a la salud”. En su momento, todo el equipo implicado en la elaboración de la norma celebró el respaldo presidencial. Pero el entusiasmo se ha ido diluyendo al constatar que la presión de las empresas ­–y de algunos países– está retrasando su aprobación.

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