La Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas es una asociación civil sin fines de lucro que surgió hace 14 años cuando un grupo de agricultores familiares y pequeños productores se juntaron con el objetivo de promover, conservar, mantener y difundir las semillas criollas y nativas del país como patrimonio genético que son. Esta necesidad nace de una pérdida de biodiversidad que se está dando a nivel nacional y también mundial: existe un importante número de variedades de semillas, plantas y cultivo criollos, un patrimonio que se viene erosionando; de ahí la misión de la Red de Semillas, que busca que esas variedades estén a mano de los agricultores y sean valoradas como parte de nuestra cultura alimentaria.
Mariano Beltrán, ingeniero agrónomo, forma parte de esta red y practica su filosofía en su vida cotidiana: cuenta con un terreno donde ejerce la agroecología, que se concentra en lo orgánico y evita, por lo tanto, los insumos químicos como pesticidas, herbicidas, etc. Su objetivo es obtener alimentos mucho más saludables y naturales que la agronomía tradicional, y, a su vez, beneficiar la tierra que se utiliza en vez de perjudicarla.
Al ser consultado sobre los beneficios de la tecnología actual para la agricultura, Beltrán explicó que hoy en día existen paquetes tecnológicos muy avanzados como pesticidas, fertilizantes y maquinaria pesada que podrían ser usados con un buen fin (por ejemplo, el de producir más alimentos para erradicar el hambre), pero que al ser abusados terminaron causando más problemas, como la contaminación del agua, aire y tierra, la pérdida de suelo fértil, la pérdida de pequeños agricultores, la concentración de tierra y recursos en menos manos. Esto por supuesto vulnera a los pequeños productores: “estamos en riesgo”, afirma el agroecólogo.
Beltrán sostiene que la agroecología podría proveer al mundo de alimentos, si se hace un manejo ecológico de la producción se obtienen más y mejores alimentos que en otro tipo de producciones. Es por eso que en muchos países los gobiernos están adoptando políticas para promover estas ecologías más eficientes y ecológicas, que generan mejor calidad, más cantidad y son socialmente más equitativas entre los agricultores. Sin embargo, Uruguay no es un caso ejemplar: “Estamos muy retrasados en tema de agroecología”. El ingeniero sostiene que las iniciativas, la promoción y el trabajo relativo al tema han sido siempre por impulso de organizaciones sociales como la Red de Semillas, pero sin apoyo del Estado.
Sin embargo, admite que el gobierno ha tenido actitudes a favor de generar políticas para la producción familiar, es decir, no industrial ni masiva, en los últimos años. Esto, según el entrevistado, va de la mano de la agroecología, ya que estas producciones están muy ligadas en lo social, lo cultural y lo ambiental. Lo que le faltaría a la política sería ligar el desarrollo de estos dos tipos de agricultura. En 2016 se presentó en el Parlamento el proyecto de ley del Plan Nacional de Agroecología.
Una de las contradicciones bastante evidentes que surgen de la comparación de los productos provenientes de la agricultura tradicional y de la agroecología es la de los precios: muchas veces en los locales se ve que los productos orgánicos y no transgénicos tienen precios más altos, lo cual hace que solo personas de cierto nivel económico puedan acceder a ellos, cuando esta no parece ser la filosofía de la agroecología. Mariano Beltrán opina que el precio no tiene que ser necesariamente más alto, que depende de las decisiones de producción que tome el agricultor. Por ejemplo, al no usar pesticidas o herbicidas, el agroecólogo debe combatir él los riesgos manualmente o contratar mano de obra que lo haga, lo cual sí puede afectar los precios de producción. De todas formas, existen tecnologías alternativas a los químicos y se hacen constantemente estudios e investigaciones nuevas en el sector: lo que falta es que esa información se divulgue a nivel popular, que no quede solo entre los que saben del tema, que llegue a todos.
Beltrán teme que exista un problema de desaparición de pequeños agricultores. La producción industrial viene ganando terreno sobre la familiar y agroecológica, pero estos pequeños productores no deciden callar. La Red de Semillas, por ejemplo, organiza encuentros anuales a nivel nacional y regional donde informan y facilitan el acceso a saberes relativos al tema, y también organizan cada año un campamento de jóvenes para la soberanía alimentaria para el que se convoca a gente de todo el país y se discute sobre agroecología, acceso a tierras y semillas, el rol de los jóvenes en los movimientos, etc. Este año será en setiembre, en el departamento de Treinta y Tres.
Para más información, se puede visitar la página web de la organización Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas.
Texto: Martina Vilar del Valle