La tecnología tiene la facultad de estimular el desarrollo y contribuye a generar medios de vida sostenibles, pero es esencial contar con políticas adecuadas para garantizar que los países, los trabajadores y trabajadoras y consumidores de todo el mundo puedan beneficiarse. Sin embargo, algunos países han declarado su intención de reformular las normas de la economía mundial, iniciando a tal efecto en la OMC nuevas negociaciones sobre el “comercio electrónico”, con el fin de dotar a gigantescas empresas de tecnología -las empresas más grandes del mundo- con nuevos “derechos” para lucrar, limitando a la vez la supervisión del interés público y los beneficios de la nueva economía para todo el resto de la gente. Las normas que proponen las grandes empresas transnacionales (ETN) de tecnología van mucho más allá del “comercio electrónico” y tienen implicancias en todas las facetas de la economía nacional y mundial, incluso para los países que no participan.