La representante de Redes-Amigos de la Tierra, María Selva Ortiz, dijo a Observa que la inclusión de esa fuente en la matriz energética del país será un «error estratégico», económico y ambiental.
«Incluir la energía nuclear en la matriz energética del país es un error estratégico», declaró la socióloga María Selva Ortiz, miembro de Redes-Amigos de la Tierra, ante la expresión de interés gubernamental de dotar a Uruguay de la capacidad para generar electricidad. Consultada por Observa, Ortiz consideró que la matriz energética del país debe incluir «energías limpias e independientes», dos requisitos que a su juicio no cumple la energía nuclear. En primer lugar, la ambientalista explicó a Observa que la fuente energética en cuestión depende del uranio. Éste es un mineral no renovable como el petróleo y que, al igual que éste, «tiende a agotarse» y que ya hoy es escaso, sentenció. Según organismos internacionales, las reservas -ubicadas en una veintena de países, pero principalmente en Canadá, Australia y Kazajstán- se agotarán en 100 años, 65 años después de que se acabe el petróleo.Este problema se suelda con otro: a medida que se disminuyen las reservas, tanto el precio del crudo como el del uranio están al alza. «Vamos a estar dependiendo del precio internacional que fluctúa», determinó la especialista.
Al hablar de dependencia, Ortiz apuntó que ésta también se vivirá desde el punto de vista tecnológico, puesto que Uruguay no tiene experiencia ni personal capacitado para instalar la infraestructura necesaria.
Asimismo, la técnica comentó que Uruguay también estará sometido al tiempo. Con el tiempo y el agotamiento de las reservas jugando en contra, la posible planta nuclear uruguaya tendrá alrededor de 40 años de vida útil. Ortiz sumó que el inicio de la producción llevará aproximadamente 25 años. Si se comenzara este año y de acuerdo a este cronograma, el país dispondría de energía nuclear por un período aproximado de 35 años. Estos tiempos tampoco convencen a la socióloga puesto que la energía nuclear vendría a contribuir tardíamente al déficit energético actual. Sobre éste entendió que se debe solucionarlo a partir de las alternativas solares, eólicas y de biomasa que no dejarán «vulnerable» al país.
No tan limpia
A los cuestionamientos económicos, Ortiz añadió el ambiental. Si bien los partidarios de la energía nuclear sostienen que es una fuente limpia porque no libera CO2 (uno de los gases del efecto invernadero) ni partículas a la atmósfera, la socióloga dijo a Observa que eso es «un gran error y una gran mentira». Y explicó: «El proceso de extracción de uranio es lo más contaminante que inventó el ser humano en la Tierra».
De la explotación de las minas al refinamiento del mineral, pasando por la construcción y uso de los reactores y los residuos radiactivos -cuya vida media ronda los 100.000 años según Ortiz-, la actividad no arroja una «ecuación positiva» de CO2. «¿Qué derecho tenemos nosotros de generar residuos por 40 años y que queden para muchas generaciones?», increpó. Hasta ahora, los países que producen energía nuclear no han encontrado una solución totalmente inocua para los desechos y la entrevistada opinó que no será posible encontrar en Uruguay un lugar para su disposición segura por tanto tiempo.
Artículo publicado en el diario El Observador, Montevideo, 29 de agosto de 2008