Mientras se llevan a cabo en Ginebra las reuniones multilaterales en el marco de la Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), consideramos pertinente informar y dar nuestra posición sobre los principales asuntos que están en juego si se aceptan las propuestas de los capítulos de Agricultura, Acceso a los Mercados para Productos no Agrícolas (NAMA) y Servicios, que están sobre la mesa para intentar concluir la Ronda de Doha, mal llamada «ronda del desarrollo».
Además, Uruguay, Paraguay y Costa Rica, entre otros países, han alertado sobre los riesgos que implicaría adoptar un mecanismo que autorice a los estados en desarrollo a imponer fuertes aranceles para frenar transitoriamente la importación de algunos productos agrícolas. Esta posición -que resulta increíble- es contraria a la impulsada por la mayoría de los países en desarrollo, que buscan defender la producción local de alimentos y sus respectivos mercados internos.Sebastián Valdomir
REDES – Amigos de la Tierra Uruguay
tierra@redes.org.uy
1) Concluir la Ronda de Doha de la OMC intensificará la actual crisis mundial
Afrontamos crisis agudas a nivel mundial con relación a los alimentos, la energía, el clima y el sistema financiero. El modelo de comercio que es promovido en la Ronda de Doha exacerbará estas crisis. La Ronda de Doha hará que la crisis de los alimentos sea más volátil, aumentando la dependencia de los países en desarrollo de las importaciones, y fortaleciendo el poder ya concentrado de los agronegocios multinacionales en los mercados agrícolas y de alimentos.
Sobre todo, los países en desarrollo -como el nuestro- perderán más espacio y posibilidades para implementar políticas en el sector agrícola, y se limitará aún más su capacidad de lidiar con la actual crisis de los alimentos y de fortalecer el sustento de los pequeños productores.
La crisis financiera mundial está mostrando el daño que está provocando la falta de regulación de los mercados financieros. Y sin embargo, en el marco de las negociaciones de la OMC sobre el comercio de Servicios, las potencias desarrolladas están presionando a los países en desarrollo para que liberalicen aun más sus sectores de Servicios Financieros. Los gobiernos no deberían renunciar a su capacidad de regular a esos actores.
2) Concluir la Ronda de Doha no aliviará la pobreza ni promoverá el desarrollo
El Banco Mundial ya esbozó un escenario con las ganancias de un «posible» acuerdo de la Ronda de Doha en la OMC. En el escenario del Banco Mundial, las ganancias mundiales proyectadas para 2015 son de 96.000 millones de dólares, con 16.000 millones de dólares destinados al mundo en desarrollo. Esto representa 0,2 por ciento del ingreso nacional de un país en desarrollo, o menos de un centavo por día por persona en el mundo en desarrollo.
Sin embargo, los costos superan por lejos las ganancias proyectadas. Las pérdidas totales de aranceles para los países en desarrollo en virtud de las negociaciones en NAMA podrían ser de 63.000 millones de dólares, casi el cuádruple de las ganancias proyectadas. Estas pérdidas tampoco incluyen la potencial pérdida de millones de puestos de trabajo en la agricultura y la industria manufacturera debido a la reducción de aranceles.
3) Concluir la Ronda de Doha no solucionará los problemas de los mercados agrícolas
El modelo de comercio agrícola emanado de la Ronda Uruguay del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, antecesor de la OMC), que duró de 1986 a 1993, no logró los objetivos de seguridad alimentaria y desarrollo rural. La Ronda de Doha está presionando hacia el mismo modelo que provocará mayor liberalización en el sector agrícola.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) enfatizó la importancia de que algunos países en desarrollo, en particular los menos desarrollados, puedan utilizar la protección de sus mercados internos para estimular la producción nacional y para dar una oportunidad a las industrias de procesamiento de alimentos locales para que se logren establecer y perdurar. Esto se volverá cada vez más difícil si se concluye la Ronda de Doha de la OMC.
A pesar de que las propuestas actuales de la Ronda de Doha contienen mecanismos -como los denominados «Productos Especiales» y el «Mecanismo de Salvaguarda Especial»- que apuntan a apoyar la seguridad alimentaria y el sustento y el desarrollo rural, estas herramientas son insuficientes y continúan debilitándose a medida que avanzan las negociaciones.
La categoría de Productos Especiales, predominantemente para los países desarrollados para proteger algunos bienes agrícolas, refleja un acuerdo político sobre un conjunto estrecho de intereses comerciales para un pequeño grupo de exportadores e importadores agrícolas. El resultado fue diseñado cuidadosamente para permitir exportaciones adicionales a la Unión Europea, Japón, Canadá, Estados Unidos, Suiza y Noruega para productos como carne, cerdo, pollo, lácteos, arroz, azúcar, frutas y vegetales. El texto legal propuesto es increíblemente complicado. Esta área de negociaciones es la más absurda y expone cómo la Ronda de Doha se apartó radicalmente de sus objetivos originales de crear un sistema comercial multilateral más justo.
4) Concluir la Ronda de Doha destruirá las industrias manufactureras en muchos países en desarrollo
Estados Unidos, la Comisión Europea, Japón, Noruega y Suiza exigieron que los países en desarrollo reduzcan considerablemente los aranceles a los bienes manufacturados. Esto provocará pérdidas de puestos de trabajo en diversos sectores, incluso en la vestimenta y textiles, en el de calzados y automóviles, en muchos países en desarrollo. Esos estados perderán una importante cantidad de ganancias arancelarias, que muchos necesitan para sus presupuestos de políticas sociales en salud y educación. Las profundas reducciones arancelarias disminuirán el futuro espacio político para impulsar industrias estratégicas necesarias para el desarrollo nacional.
Una coalición de sindicatos de países en desarrollo apoyó el grupo de esos países conocido como «NAMA-11» en las negociaciones de Acceso a Mercados para Productos no Agrícolas. Sus demandas incluyen: (1) al menos una diferencia de 25 puntos entre el coeficiente de reducción arancelaria para los países desarrollados y los países en desarrollo; (2) respetar el Principio denominado como «menos que reciprocidad total», y (3) un aumento en los porcentajes para las flexibilidades y excepciones.
5) La conclusión de la Ronda de Doha impactará negativamente en el acceso a los servicios básicos
Estados Unidos y la Comisión Europea, con el apoyo de Japón, Canadá, Australia y otros países industrializados, han insistido en que los países en desarrollo hagan importantes concesiones en términos de acceso a mercados de Servicios, a cambio de lograr algunas concesiones (la mayoría de ellas tan solo aparentes) en el capítulo de Agricultura y NAMA antes de que pueda concluirse la Ronda de Doha.
Sectores estratégicos en el área de Servicios de los países en desarrollo han sido seleccionados para que se «abran» a las empresas transnacionales originarias de las potencias desarrolladas, imponiendo principios como los de Acceso a Mercados, Trato Nacional (se debe disponer un trato a los inversores extranjeros no menos conveniente que el dado a los inversores nacionales) y restricciones de amplio alcance en la aplicación de regulaciones nacionales, que cubren áreas como Servicios Financieros, Servicios Energéticos, Telecomunicaciones, Educación, Servicios Ambientales y Servicios Turísticos.
La última propuesta de acuerdo, presentada por el responsable de las negociaciones de Servicios en la OMC, continúa apoyando los intentos de los países desarrollados de expandir considerablemente el nivel de liberalización exigido. Los países desarrollados están en contra de las normas GATS -que dejan a los países la libertad de elegir qué sectores liberalizar y abrir a la concurrencia de empresas.
Los estados deberían rechazar las exigencias de liberalizar servicios en la OMC y de otorgar concesiones en la negociación de Servicios como un mecanismo para utilizar en las negociaciones de Agricultura y NAMA. Deberían negarse a someter su regulación nacional sobre servicios a las disciplinas de la OMC y asegurar que este sector pueda ser regulado en base a criterios de universalización y acceso de la población, y no de los intereses empresariales.
Es hora de un Nuevo Enfoque de Comercio
El actual paquete de Doha es un mal acuerdo. Sirve a los intereses privados de las grandes empresas alrededor del mundo, la mayoría con sede en países desarrollados. Es hora de un nuevo enfoque del sistema de comercio multilateral, basado en políticas que promuevan un desarrollo ecológicamente sustentable y socialmente justo, y que tenga como centro a los pueblos.